29/2/12

Educación Cívica y Constitucional por Juan Manuel de Prada

Por Juan Manuel de Prada.
  
El ministro Wert ha anunciado la supresión de la asignatura llamada Educación para la Ciudadanía y su sustitución por otra, que se denominará Educación Cívica y Constitucional, en la que se tratará de proporcionar a los alumnos un conocimiento somero de las normas que rigen nuestra convivencia y de las instituciones políticas, tanto nacionales como europeas, que nos representan, sin "connotaciones morales" y por encima de "cualquier ideología y adoctrinamiento".
 
De inmediato, se han alzado voces que han reprochado al ministro la caracterización de la asignatura de Educación para la Ciudadanía como "adoctrinadora". Pero basta leer los manuales editados por el Ministerio de Educación, a través del Centro de Investigación y Documentación Educativa, para que entendamos el carácter netamente adoctrinador que posee este asignatura; en ellos, por ejemplo, se especifica que los profesores de Educación para la Ciudadanía deberán "identificar qué valores conviene aprender, y comprender en qué espacios y mediante qué condiciones aprendemos a mejor éticamente".
 
Para que los profesores entiendan cómo deben enseñar dicha asignatura, tales manuales recomiendan la "metodología socioafectiva", que actúa "no sólo a nivel cognitivo, sino también a nivel emocional y empático". Sinceramente, creo que calificar de adoctrinadora una educación que, actuando a "nivel emocional y empático", nos enseña los valores que conviene aprender (y, por ende, los valores que conviene repudiar) y los espacios y las condiciones en los que tales valores florecen, no es en absoluto exagerado.
 
Ante todo, habría que empezar diciendo que la misión de la enseñanza no consiste en enseñar "valores", sino la naturaleza cierta de las cosas. Hoy se ha puesto de moda la expresión "educar en valores", incluso entre quienes aborrecen que sus hijos sean adoctrinados; y se habla incansablemente de valores sociales, valores políticos, valores espirituales, etcétera. Pero lo cierto es que los llamados "valores" son percepciones subjetivas sobre la realidad de las cosas, acuñaciones culturales que en tal o cual época se reputan beneficiosas; y que, como todas las acuñaciones culturales, son necesariamente cambiantes, pues lo que una época reputa beneficioso la época siguiente lo reputa dañino, o viceversa.
 
El relativismo que anega nuestra época y que la hace impotente al esfuerzo vital es, precisamente, la consecuencia lógica de la exaltación de dichos "valores"; pues, faltándonos la capacidad para medir el bien conforme a un criterio objetivo, es inevitable que acabemos cifrándolo en aquello que nos conviene o beneficia. Y una educación que se funda en "valores" acaba prescindiendo de la realidad objetiva de las cosas.
 
Educación para la Ciudadanía enseña valores
los valores que a la ideología gubernativa le conviene enseñar, para moldear una sociedad que comulgue amablemente con ellos; y lo hace, inevitablemente, actuando a nivel emocional y empático, pues a fin de cuentas trata de transmitir percepciones subjetivas (por mucho que se disfracen de realidades objetivas). ¿Qué enseñará esta Educación Cívica y Constitucional que el ministro Wert anuncia? ¿Se limitará, como nos avanzan, a explicar las normas que rigen la convivencia humana y el funcionamiento de las instituciones políticas? ¿O deslizará valoraciones interesadas sobre tales normas e instituciones?
 
Imaginemos una clase de Educación Cívica y Constitucional en la que el profesor explique (pongamos por caso) el artículo 15 de nuestra Constitución: "Todos tienen derecho a la vida". Cualquier alumno podrá levantar la mano y preguntar al profesor: "¿Qué significa ese todos?". A lo que el profesor podrá replicar: "Todas las personas, todos los seres humanos". El mismo alumno inquirirá entonces: "Y un feto, ¿es persona? ¿Pertenece al género humano?". ¿Qué responderá el profesor? ¿Podrá prescindir en su respuesta de "connotaciones morales", situándose por encima de "cualquier ideología y adoctrinamiento"? Mucho nos tememos que no. 
  

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