10/2/11

La educacion española continúa empeorando


Por Luis Carbonel Pintanel, Presidente de CONCAPA.

Lustros con la LOGSE y sus sucedáneos, como la LOE –primera ley que impuso nuestro desacertado Presidente de Gobierno, en contra de la mayoría de la sociedad española y la conclusión que constatan los informes internacionales, año tras año, es que la educación española sigue empeorando progresivamente, anclándose en el vagón de cola de Europa. 
Según la oficina de estadística comunitaria Eurostat, en España el abandono temprano de los estudios se sitúa en el 31,2% de los jóvenes de entre 18 y 24 años, frente al 14,4% de la media de la Unión Europea. Lo más deprimente es que,  encima, ha aumentado un 7,2% este abandono entre los años 2000 y 2009, mientras que otros países han logrado estar por debajo del 10% y, en todo caso, la mayoría lo han reducido en los últimos años. 
Los responsables políticos y todos sus acólitos como nos tienen ya acostumbrados comenzarán con sus excusas de siempre para justificar los malos resultados: que si es debido a la población inmigrante (Francia y Alemania tienen mayor número y, sin embargo, su educación tiene mucha mayor calidad); que si se debe al bajo nivel cultural de la población española (hemos aumentado el número de españoles con carrera universitaria y, sin embargo, los resultados han empeorado); que si la democracia se encontró con un panorama educativo desolador (además de falso, ha llovido mucho desde entonces); que si invertimos menos que otros países en educación,  etc. Todas son excusas que los pseudo-progresistas enarbolan para no asumir el fracaso estrepitoso de su dogmático modelo educativo: el modelo LOGSE. Y, lamentablemente, cuando no hay valor político ni humildad para reconocer el error, la solución deviene imposible. 
Después de 20 años de fracaso escolar, España necesita un cambio absoluto de sistema en materia educativa, no un tímido cambio como el que pretendía la nonnata LOCE (Ley Orgánica de Calidad de la Educación) o tibias medidas pactistas de transición. Sería deseable aunque hoy parece imposible que este cambio radical fuera acogido por nuestros dos grandes partidos políticos porque, al igual que en lo referente a la economía o al empleo, en Educación estamos también en  situación de emergencia: nos jugamos el presente y el futuro inmediato de nuestros hijos y de nuestro país en un mundo globalizado, donde la competencia entre personas formadas trasciende las fronteras nacionales, como muestra la invitación de la canciller Merkel, para que nuestros mejores jóvenes puedan encontrar formación y empleo en Alemania. Y es sabido que, a menor formación, menores y peores expectativas de empleo. 
Por eso necesitamos una ley moderna y valiente que consagre el mérito, el esfuerzo, la libertad, la calidad y la igualdad de oportunidades. Que se atreva a exigir a los alumnos, profesores y familias, el esfuerzo necesario para conseguir la mejor formación de los alumnos; donde desaparezcan inútiles asignaturas ideológicas, como Educación para la Ciudadanía que, además, roban el tiempo que precisan materias como Matemáticas, Lengua,  Física, Historia, etc. Una ley que devuelva a la familia y a la sociedad la importancia que tiene en el proceso educativo arrebatado actualmente por el Estado y los sindicatos políticos donde la evaluación, rendición de cuentas y transparencia sean los indicadores que definan y marquen el rumbo de la escuela. 


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