Evaristo Fernández de Vega | Badajoz
Margarita Cabrer acude los lunes y viernes al colegio Luis de Morales para acompañar al niño en el patio mientras sus compañeros asisten a las clases de EpC.
Si vive en Santa Marina, quizás se haya preguntado qué pinta una madre de familia acompañando a su hijo en el patio de recreo del colegio público Luis de Morales. Porque incluso cuando llueve, truena o castiga un sol de justicia, esta mujer acude puntualmente al centro dos días a la semana.
La razón de ese comportamiento radica en su frontal rechazo a la asignatura de Educación para la Ciudadanía (EpC), una materia que forma parte del currículo escolar español por más que le pese a Margarita Cabrer, madre de tres alumnos extremeños que se han declarado objetores de conciencia.
La pelea de esta pacense comenzó desde el mismo momento que se implantó la asignatura. Ella tenía claro que sus hijos no iban a asistir a unas clases que considera de «adoctrinamiento», postura que mantiene a pesar de que los tribunales le han negado hasta el momento el derecho a la objeción.
Una y otra vez ha recurrido a las sucesivas instancias judiciales y el caso está ahora en el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo, al que se han dirigido otras 470 familias españolas que comparten su planteamiento.
El número de objetores roza el medio millar, pero en este caso concreto se observa una persistencia poco usual. A tanto llega el empeño, que Margarita acude los lunes y viernes durante una hora al colegio de su hijo de 11 años para hacerse cargo de él mientras el resto de sus compañeros asisten a EpC. «Yo he pedido que el niño se quede en la biblioteca, como ocurre con otro hijo mío que objeta en el instituto Rodríguez Moñino, pero en este colegio se niegan».
Esa acusación es rechazada por el equipo directivo del colegio Luis de Morales, que justifica la negativa argumentando que no hay un bibliotecario que pueda hacerse cargo del alumno. Además, todos los maestros del colegio están ocupados a esa hora, por lo que les resulta imposible hacerse cargo de ese alumno. Del mismo modo, señala que no puede quedarse en los espacios comunes porque están llenos.
La directora del centro, Paqui Narváez, añade que desde el colegio se intentó ayudar a esta familia fijando las clases de EpC a última hora de la mañana (entre las 13 y las 14 horas) para que el niño pudiera marcharse a casa. «La sorpresa fue que, en lugar de llevárselo, la madre viene al colegio y se queda con él dentro».
El colegio deja claro que la Consejería de Educación no actuaría contra la madre si se marchasen a casa, puesto que la propia inspección educativa sugirió que, a pesar de que la ley no permite objetar, lo mejor era poner esa clase a última hora. «Ni nosotros ni la inspección ponemos pega a que se lo lleve esa hora».
Pero Margarita Cabrer es de otra opinión. Cree que sacar a su hijo del colegio dos días a la semana podría costarle caro. «Es cierto que me dejan llevármelo, pero a las 15 veces me declararían absentista, me mandarían los servicios sociales y me quitarían la patria potestad de mi hijo. Por eso me quedo en el recreo».
Con la intención de saber qué parte de razón tiene esta mujer, HOY ha contactado con la Consejería de Educación para saber si actuaría contra Margarita Cabrer en el hipotético caso de que sacase a su hijo del colegio mientras se imparte EpC, pero la pregunta no ha sido respondida por los responsables educativos.
Desde Educación solo se ha indicado que la madre de este alumno «conoce perfectamente que no existe en el ordenamiento jurídico español derecho a la objeción de conciencia a EpC». Al tiempo, la Consejería destaca que el colegio «ha mantenido una actitud de diálogo con esta madre para mantener el clima de tranquilidad que exige la enseñanza en un centro educativo modélico, caracterizado por la excelencia educativa».
La directora, la jefa de estudios y el secretario insisten en la defensa del colegio afirmando que es totalmente imposible liberar a un profesor para que se haga cargo del niño. «Eso exigiría quitar los refuerzos educativos programados. Además, no dejarían. Para la religión sí hay alternativa, pero Educación para la Ciudadanía no la tiene».
No cederá
Así las cosas, Margarita Cabrer tiene claro que se mantendrá firme en su postura para evitar que el niño sea «adoctrinado». «EpC es una asignatura que tiene un componente moral adoctrinador, pero no en el sentido religioso, sino en la concepción de lo que es una persona y lo que le rodea. Y ese primer contacto con la realidad se lo quiero dar yo. No quiero que a mi hijo le digan que todo es relativo, que todo se puede justificar. Yo no quiero que le enseñen una ideología que criminaliza al varón por tener gustos distintos a las niñas. Yo creo que los niños y las niñas son diferentes. Aquí todavía no ha ocurrido, pero en Granada hubo una niña que le preguntó a su maestra cómo podía saber si le gustaba su novio. ¿Sabes qué le respondió? Que probando. Yo no quiero que le enseñen eso a mi hijo».
Fuente: Hoy.es.
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