La fórmula Julio Verne
«Por qué aprender sufriendo si se puede aprender divirtiéndose». Un cartel colgado en el tablón de anuncios del instituto resulta revelador. Es la fórmula mágica del IES Julio Verne de Leganés, que ha logrado en cuatro años bajar a la mitad la tasa de fracaso escolar al terminar la ESO. Un modelo de convivencia, basado en la atención individualizada, clases amenas y en la implicación y satisfacción del profesorado son los ingredientes que han impulsado este milagro educativo.
«No vendemos humo. La escuela pública mejora no sólo con dinero, sino con actitud. Muchas veces nos perdemos en ideología y zarandajas», enfatiza el director, Juan José Nieto. Así, el fracaso escolar, asegura, ha bajado al 14% y los repetidores de primero de ESO al 13%. Para evitar males en la secundaria, agrega, también que hay que reforzar la educación primaria, donde un factor negativo puede ser el envejecimiento de maestros.
Este centro de Leganés es un «ser vivo» formado por un millar largo de alumnos de ESO, Bachillerato, FP y Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) y un centenar de docentes, siempre atentos a programas nacionales y europeos de movilidad e intercambio. Pero también se implican, al menos una parte, fuera del aula: un mercadillo para un viaje de estudios, una feria del ocio o la construcción de un colegio en Kenia.
Querer a los muchachos
El proyecto estrella cumple seis años: la tutoría personalizada para los jóvenes (85) con más problemas personales, sociales o académicos, a cargo de profesores voluntarios que «luchan» por recuperarlos antes de ser expulsados. «Es importante que los alumnos perciban que los quieren», asegura Nieto, que saluda a estudiantes por el nombre o les pregunta por cuestiones personales mientras recorre con Efe aulas, laboratorios y talleres.
Además, se trabaja el aprendizaje «colaborativo», en el que los alumnos con más capacidad ayudan a otros. El factor humano es fundamental: equipos directivos que tiren y enseñantes que se lo crean, pero hay que incentivar en la carrera profesional o económicamente a quien se esfuerza, apostilla el director, que preside la plataforma «Mejora tu escuela pública».
Maribel, la coordinadora del primer ciclo de ESO, subraya que los profesores se sienten respaldados por la dirección en sus iniciativas; ella trabaja «muy a gusto» y busca que los alumnos se sientan igual. Y Victoria, psicóloga y profesora de Formación y Orientación Laboral, destaca la calidad humana y el liderazgo de la dirección y remata: «La clase tiene que estar impregnada de inteligencia emocional».
La jefa del Departamento de Orientación, Sagrario Jiménez, asegura que existe, en general, predisposición del claustro para implicarse. Si alguien no está dispuesto, «pronto se deja llevar por la mayoría». Según la encuesta interna del curso pasado 2009-2010, contestada por 46 docentes, el 92% estaba satisfecho de trabajar en el centro y el 98% valoraba la facilidad de comunicación con el equipo directivo.
Aparte, el centro dispone de medios materiales, a los que simplemente hace falta sacarles partido. ¿Y qué es lo mejor para los alumnos? «El ambiente, nos tratan con respeto, la cercanía de los profesores...», dicen. Los muchachos tienen que venir relajados, a disfrutar, corrobora el coordinador de actividades extraescolares, Juan Limón. Apenas hay absentismo y se intenta atajar rápidamente cualquier conflicto entre alumnos.
«Somos como una gran familia», resume Estrella, que regenta la cafetería y es madre de una antigua alumna y de una estudiante de Bachillerato.
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