Recién aparecido, leí de un tirón el libro de Michael D. O'Brien LA ÚLTIMA ESCAPADA (Libros Libres, mayo de 2009):
Nathaniel Delaney dirige un modesto periódico local muy incómodo para el poder establecido. Sus páginas denuncian, incansables, la deriva del país hacia el totalitarismo, al imponerse a todos los niveles una ideología de apariencia benéfica y despiadada aplicación, incluso en la escuela. Cuando el gobierno decida eliminar ese foco de disidencia, la vida de Nathaniel y los suyos experimentará una tensión brutal e imprevista, que pondrá a prueba la solidez de los lazos familiares, de la amistad y del amor. Será el momento de tomar decisiones difíciles, tal vez dramáticas.
La acción del relato es trepidante, pero viene hoy a colación porque constituye una detallada profecía de lo que supone el adoctrinamiento educativo bajo la forma de Educación para la Ciudadanía. Cuando uno está leyendo el libro no deja de asombrarse ante retratos actuales escritos por un canadiense hace ya diez años:
12 de abril
Estoy tan molesto que tengo la expresión de estar echando veneno. Tras la cena, Bam ha puesto sus deberes sobre la mesa de la cocina y ha dicho: «Papá, ¿por qué tenemos que aprendernos todo esto?». A continuación me ha mostrado los libros de las nuevas asignaturas que va a comenzar a estudiar en la escuela. En un primer momento, aquello parecía un material bueno y razonable. Pero no se trataba -lo vi- de inculcarle una formación académica, sino de estimular su conciencia social.
Cuando los niños se fueron a dormir, me quedé un rato leyendo los libros despacio. Es una ingeniería social de magnitud tremenda, con expertos que dictan cómo tenemos que vivir, pero en el mejor tono del estilo académico: nada que pueda poner nervioso a un padre salvo que uno se acerque mucho y empiece a reflexionar sobre lo que dice de verdad. El contenido mismo es un problema: sexo, orientación sexual, «discernimiento de valores», raza, religión. Lo que me molesta más del tema es que estas son materias que son desde siempre competencia de los padres.
La última escapada, p. 39
No voy a desvelar al lector la trama del libro, pero sí confiarle las dos ideas principales que me ha suscitado su lectura.
La primera de ellas es que la falta de una reacción inmediata ante la amenaza deviene en una ceguera ante ésta. La prudencia, el conformismo, la pasividad, las componendas, están dando lugar a una convivencia inconsciente con el adoctrinamiento. Este fenómeno lo ilustra magistralmente el autor recurriendo a una cita de George MacDonald:
Nos asustamos al verlo, pero no salimos corriendo sino que nos quedamos mirándolo. Corrió hacia nosotros como si nos fuera a atropellar. Pero antes de alcanzarnos comenzó a extenderse más y más, a crecer más y más, hasta que finalmente era tan grande que lo perdimos de vista, y es que estaba del todo ya sobre nosotros.
George MacDonald, Lilith
La segunda idea es que, por fortuna para él, al protagonista del libro le persigue la policía que vela por el pensamiento "políticamente correcto" y provoca su reacción. El problema es que en España todavía no sufrimos ese acoso físico y muchos que en otro tiempo eran vigías de la libertad están ahora más preocupados en sortear la situación que en alertar a la población ante este ataque sibilino pero imparable.
Ojalá este libro despierte un puñado más de conciencias que se integren en este exiguo pero convencido dique de contención frente al adoctrinamiento que formamos los padres objetores.
[P.S.: para leer una entrevista con el autor sobre el tema del adoctrinamiento: «Debemos resistirnos al adoctrinamiento», entrevista de José Antonio Méndez].
© 2009, Diario de un padre objetor. Todos los derechos reservados. Este texto puede ser citado siempre que se indique su procedencia y se enlace con su origen.